Soy Nasa y no me avergüenza reconocerlo, hablo y
entiendo el nasa yuwe, sin embargo, cometí el error de no trasmitir este conocimiento
que nos identifica como pueblo. Cuando mi hija mayor lo tarareaba siendo tan
solo una pequeña yo la castigaba, porque sentía miedo de que pasaran por lo que
yo había pasado, que se le dificultara comprender y ser comprendida por la
sociedad.
Por ello, me propuse a no enseñar el nasa yuwe a mis
hijos e hijas, quise olvidar mis raíces pero no es tan fácil, con el pasar de
los años, me di cuenta que lo que se aprende una vez siempre vivirá en
nosotros. Hoy reconozco mi error y me doy cuenta de la importancia de nuestro
idioma propio, de nuestras raíces y de compartir nuestros conocimientos con
nuestras nuevas generaciones.
A la edad de 7 años yo hablaba Nasa Yuwe jugaba y
compartía con mis amigos de niñez, a mis 14 años una profesora me trajo para el
departamento del Huila, allí conocí a mi primer esposo, él era musxka
(blanco/mestizo), no hablaba mi idioma y tampoco me entendía, por tal razón, tomé la
decisión de abandonar mi idioma propio y también por pena a que las demás
personas me escucharan hablarlo.
Hoy en día siento
remordimiento al escuchar a mis hijas reclamarme el por qué no les enseñe
nuestro idioma, el por qué me avergonzaba de ello. Pero no todo está perdido
hoy tengo la oportunidad de compartir mi conocimiento con mis nietos y nietas y
remediar mi error.
Actualmente en nuestra
comunidad contamos con tan solo 4 Nasa yuwe hablantes. Algunas
de nuestras mayoras manifestaron que la perdida de nuestra lengua nativa se debía
al mestizaje que hay en las comunidades.
Por:
Liliana Hernández
Texto realizado en el marco de La Escuela de Formación Vientos de
Comunicación-CRIHU, 2021.
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